Por un disco de los años 60 se han llegado a pagar casi ¡700.000 euros!

Tal vez muchos duden de que el disco de vinilo forme parte de la historia de la evolución tecnológica. Sin embargo, para los incrédulos, su aparición y posterior desarrollo y avances han permitido llegar a aparatos y artilugios cuyo nacimiento, de forma directa o indirecta, sí está unido a este soporte sonoro.

Para más señas, en sus primeros tiempos o en la génesis de lo que después se conoció como disco de vinilo, aparecen nombres muy conocidos como Thomas Edison (inventor del fonógrafo), Emile Berliner (gramófono) o Alexander Graham Bell, entre otros.

En la primera década del siglo pasado se sitúa la aparición de los primeros discos que, sin ser todavía de vinilo, poco a poco van abriendo el camino al soporte mundialmente conocido.

Primeros vinilos
En efecto, y aunque como suele suceder en muchos casos no hay acuerdo acerca de la primera unidad, es en las primeras décadas del siglo XX cuando comienza su boom. En concreto, algunos sitúan el debut del vinilo en 1930 a través de RCA Victor, empresa que lanza al mercado el primero de estas características de larga duración. Otros, sin embargo, llevan al 21 de junio de 1948 la presentación del primer disco de resina de polivinilo. Corrió a cargo de un equipo de la CBS y la puesta de largo fue en el mítico Waldorf Astoria de Nueva York.

Lo que parece evidente es que el disco realizado en este material que, a la postre, le ha servido como nombre casi oficial, ha pasado a la historia más por lo que generó después, que por sus orígenes.

¿Qué es un disco de vinilo?
Al margen de otras consideraciones sobre las que no reina el acuerdo, la definición grosso modo de lo qué es un vinilo encierra una aceptación generalizada. De este modo, y según la definición que ofrece Máquinas & Música se trata de “un soporte que almacena música de manera analógica sobre un surco en forma de espiral grabado sobre la superficie del soporte. El aparato que se utiliza para reproducirlo es el tocadiscos”.

En la misma página también se aclara que la denominación vinilo se refiere “al material con el que las casas discográficas emplearon para comercializar la mayoría de sus producciones”, aunque hay que señalar que también se emplearon otros como el aluminio o el plástico.

Todo un fenómeno
Tras muchas vueltas y avances técnicos – se editan en 4 velocidades: 16 (o 16 2/3) R.P.M., 33 (o 33 1/3) R.P.M., 45 R.P.M. y 78 (o 78 4/5) R.P.M. y en diámetros de 7, 10 y 12 pulgadas, en función del diámetro y del número de canciones que contengan por cara – los aparatos que servían para reproducirlos fueron siendo más sencillos y económicos, lo que contribuyó a la popularización del disco de vinilo.

Esto ocurrió en especial a finales de los 50 y en las décadas siguientes. Una vez más, su declive se debió a la propia evolución tecnológica y en los primeros años de los 80 se produjo su sustitución paulatina por el Compact Disc.

Larga historia y resurrección
Tal vez, y aunque haya sido utilizada en multitud de ocasiones, al vinilo le viene como un traje a medida la expresión de que ‘los viejos roqueros nunca mueren’, puesto que ahora mismo vive una segunda juventud. Después de casi desaparecer y de quedarse en los armarios como joyas de coleccionista, los discos de vinilo han regresado a la vida en los últimos tiempos.

De permanecer guardados en trasteros, acompañando a su hermano mayor el tocadiscos, ahora los nostálgicos desempolvan sus tesoros porque vuelven a estar de moda. Y esto ha hecho resurgir de nuevo el negocio, hasta el punto de que en 2011 se vendió un 40% más que el año anterior de discos de este tipo, una cantidad que con toda seguridad ha seguido creciendo.

¿Un disco multimillonario?
Este resurgir también ha influido en los precios que en la actualidad se pagan por algunos ejemplares y autores.

Tal y como revela Bluemagazine, por el disco Black America: The Sound of History (1962-64) se llegaron a pagar… ¡695.000 euros! Según el mismo portal, el trabajo conjunto de John Lennon y Yoko Ono Double Fantasy (1980) alcanzó los 300.000 euros. Su peculiaridad es que se trataba del que Mark David Chapman le ofreció al cantante para plasmar su autógrafo antes de asesinarlo.

Sin alcanzar esas cifras, también en España hay casos curiosos de cantidades importantes pagadas por un vinilo. Por ejemplo, por el álbum Vainica Doble del dúo del mismo nombre por el que un japonés abonó 2.700 euros. Y en este apartado no se puede pasar por alto un disco curioso con solo dos canciones del grupo punk Familia Real por el que, según los expertos, podrían llegar a pagarse cerca de los 1.000 euros. Lo dicho: “los viejos roqueros nunca mueren…” y si lo hacen resucitan.


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