El mejor ejemplo es Apalabrados. No han dado con una compleja y brillante idea, han ido a lo sencillo, lo han adaptado y han conseguido dar con, ahora sí, una ‘app’ brillante y de éxito. Apalabrados es el Scrabble de toda la vida, el juego al que jugábamos sobre la mesa y que ahora ha renacido con los 1.800.000 españoles que juegan a diario. Este es un auténtico caso de éxito pero nos puede indicar cómo una de las tecnologías más punteras, las ‘apps’, puede dotar de una segunda vida a las industrias más tradicionales como ayer vimos en la edición especial de The App Date en La Rioja.
Ocurrió con las redes sociales, un sastre granadino, de los que hacen trajes para señores que pocas veces usan Facebook, logró hace unos años convertirse en todo un referente y renovar su clientela gracias a un inteligente uso de Facebook. Era Bere Casillas y además de conseguir trajes de encargo desde fuera de Granada terminó dando conferencias en encuentros de social media. Es solo un ejemplo pero también esboza un camino.
Reconocen que no saben nada de esto de las ‘apps’ pero supieron ver la oportunidad. Hablo de los dueños de los más que tradicionales Cuadernos Rubio. Entendieron que era importante estar en los dispositivos móviles y se pusieron en manos de aquellos que sí sabían sobre ‘apps’. Dicho y hecho, del papel y de las formas de hace un par de generaciones, Cuadernos Rubio ha logrado entrar de lleno en la generación táctil. No rechazaron y sí aprovecharon los avances tecnológicos.
Pero vamos más allá, a un sector todavía más tradicional: la agricultura. Hace poco conocíamos como una joven empresa española que ya tiene sede en Estados Unidos, Vizzuality, ha creado una ‘app’ para los agricultores de nuestro país. Uno de los chicos del equipo era hijo de agricultores y conocía sus necesidades. Sabía que por cada metro de más por el que el tractor ara la tierra se pierden cientos de euros y que una ‘app’ y un dispositivo móvil podían evitarlo. Desarrollaron Agroguía y ya han empezado a introducir esta sencilla tecnología en las labores de arado de los campos españoles.
Pero podríamos ir también al pequeño comercio. Hace poco, un restaurante de una ciudad en Estados Unidos ha estado bien atento a la pasión de todos por fotografiar y compartir aquello que comemos y ha decidido hacer su menú a través de las imágenes de Instagram. Si nos vamos al terreno del transporte, aplicaciones tipo MyTaxi o Cabify permiten a taxistas o a chóferes de alta gama, respectivamente, ampliar su red de clientes fácilmente incorporándose a la base de datos de estas ‘apps’.
Decoradores, pintores o personal de mudanzas podrían, por qué no, reducir horas de trabajo y costes con adaptaciones de ‘apps’ como, por ejemplo, Magic Plan, para recibir las medidas exactas de una habitación o una casa de un posible cliente y evitarse el traslado para enviar el presupuesto. Como esta, hay unas cuantas posibilidades más.
Es cierto que para muchos el hecho de ‘construir’ una ‘app’ ya genera vértigo y seguramente otros tantos se preocupen por un precio desorbitado. Poniéndose en buenas manos y con una idea inteligente, las ‘apps’ no tienen porque ser complicadas de desarrollar ni caras. De hecho, para los que quieran probar ya, existen en internet servicios gratuitos, como pasó con la web, que nos ayudan a hacer nuestra propia aplicación móvil. Hace unas semanas y destinada a diseñadores, fotógrafos y todo aquel que use un porfolio como tarjeta de visita se presentaba Iconify, que convierte nuestro trabajo en una ‘app’ para se descarguen los clientes. Hay muchas más, solo es cuestión de probar, informarse y saber ver un poquito más allá.
[Via ElConfidencial]