¿Hay realmente un límite a lo que el efervescente proceso del emprendimiento se refiere? Las oportunidades de negocio están ahí y hay que ir a por todas. En realidad, la teoría es fácil: una empresa hace dinero cubriendo una necesidad que en un momento determinado no está en el mercado o haciéndolo mejor que otros ya presentes.
Aunque también triunfan los que consiguen adelantarse al cliente y crear la necesidad. Realmente, el gran mérito es de estos últimos. No tenemos claro en qué categoría clasificar al último grito en negocios que nos llega de las antípodas: la idea es peregrina, pero en este loco mundo cualquiera se atreve a vaticinar su fracaso.
Nos referimos a Friends for Hire (amigos de alquiler), un atípico proyecto donde los haya donde uno compra… amigos. Aunque sus creadores huyan despavoridos ante del calificativo, se trata básicamente de una web de contactos en la que una persona alquila la compañía de otra. ¿Un burdel online?, pensará. Pues no. Y de hecho sus creadores prometen aplicar a rajatabla la estricta normativa del sitio que especifica que contactar con un usuario con intenciones ya sean libidinosas o simplemente afectivas, será inmediatamente eliminado de la base de datos.

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Una frontera trazada a pulso en el firmamento, puesto que ya me dirán cómo puede el servicio evitar que en un encuentro bienintencionado entre dos extraños pueda, de repente, surgir la chispa. Pero eso es harina de otro costal.
Un amiguete para pasar la tarde
El hueco que pretende cubrir la agencia Wildside Group, los creadores del negocio, no es tan remota como parece. Las ciudades crecen y a medida que evoluciona la tecnología nos volvemos más autosuficientes y es fácil caer en el aislamiento.
Si ha visto HER, sabrá que esta película caricaturiza un futuro posiblemente no tan lejano en el que el protagonista se enamora de su asistente virtual del ordenador. Friends for Hire persigue a este tipo de usuarios: solitarios, nuevos en una ciudad o que simplemente quieran pasar una tarde con un extraño hablando de cualquier tema. Sus creadores no han especificado el coste del proyecto pero se sospecha que la base de datos y los algoritmos que combinen las variables no habrán sido baratos.
Digamos que uno llega a una gran ciudad a vivir y quiere comenzar a conocer gente, “encontrar amigos en un pub ya no es tan fácil” explica Josh Blundell, uno de los promotores, “en especial debido al auge de las redes sociales”. Y no le falta razón. La estampa de los rostros en el metro o en los bares iluminados por la pantalla del smartphone dibuja una realidad un tanto aterradora, en especial en sociedades como la nuestra, tan de pincho de tortilla y caña y compadreo en los bares.
Pero este servicio ofrece la posibilidad de alquilar un amigo por una hora a un coste de 60 dólares, y no se trata de cualquier amigo. Es aquí donde entra la magia del código y los algoritmos: los clientes deben rellenar un exhaustivo cuestionario en el que expresan sus preferencias y finalmente a qué quieren dedicar esa hora de pago.
Pero este servicio ofrece la posibilidad de alquilar un amigo por una hora a un coste de 60 dólares, y no se trata de cualquier amigo. Es aquí donde entra la magia del código y los algoritmos: los clientes deben rellenar un exhaustivo cuestionario en el que expresan sus preferencias y finalmente a qué quieren dedicar esa hora de pago.
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