Quedó patente: Apple ha cambiado su estrategia en el segmento de los tablets con el lanzamiento del iPad mini. Hasta la fecha, el fabricante había defendido numantinamente el formato y tamaño de pantalla del iPad convencional, pero posiblemente en el mejor momento para la empresa y el mercado, tocó bajar un peldaño y ofrecer un demandado tablet de menores dimensiones. Pero cuidado: Apple no ha creado ni mucho menos un tablet ‘low cost’ con su iPad mini. Jonathan Ive lo explicó meridianamente en el vídeo promocional que los de Cupertino confeccionaron en su lanzamiento: el nuevo tablet no era una “reducción” del modelo anterior, sino una “concentración”.
Quédense con esta idea porque es fundamental para entender el alcance del catálogo de los de la manzana. Otro de los errores en los que es fácil caer consiste en asumir que el iPad mini es un rival directo de los tablets Android semejantes en tamaño: es cierto que compite con ellos, pero ¿saben qué? El producto que más va a padecer en carne propia la llegada del nuevo tablet lleva también el logotipo de la manzana.
Era previsible. Apple es uno de los pocos fabricantes que no temen la canibalización de productos, y es más, en su perspectiva global del mercado, posiblemente la vean como algo positivo. Este extremo lo destacó con anterioridad al lanzamiento el iPad mini John Gruber: da igual que un producto reste cuota de mercado a otro, ya que en cualquier caso, el cliente comprará Apple. Sin embargo, esta arriesgada política sitúa al usuario ante una difícil disyuntiva a la hora de adquirir la exitosa tableta de la casa: ¿es mejor comprar un iPad o un iPad mini?
Y no crean que la respuesta es fácil. Uno de los más sólidos argumentos a la hora de escoger uno u otro modelo puede ser el económico, pero si partimos de la base que el comprador habitual de Apple es menos sensible al precio y si consideramos que la diferencia entre el mini y el modelo Retina es de 170 (70 euros con respecto al modelo base), la decisión se hace, si cabe, más difícil.
‘Yonquis’ de la pantalla Retina
El iPad mini es un fabuloso producto y el formato no cabe duda de que es muy conveniente para la mayoría de las tareas que el usuario medio realizará con el equipo, pero sin embargo, Apple no ha dotado a este tablet de una característica que los usuarios del iPad convencional (en su última versión) sin duda echarán de menos: la pantalla Retina. Ya saben que bajo esta marca los de Tim Cook equipan a sus productos con una pantalla de muy elevada resolución, y una vez que se prueba, cuesta renunciar a ella. La medida habrá que entenderla en términos estratégicos y a buen seguro que habrá una versión posterior que la equipe. Entre tanto, los compradores de este nuevo iPad sin duda notarán la diferencia. Y no es que la pantalla del mini sea mala, al contrario, es excelente, pero no alcanza las cotas de resolución de la Retina.
Otro de los grandes dilemas a los que se enfrentarán los potenciales compradores del tablet será el del formato. ¿Es mejor un tablet más pequeño que uno grande? Un rápido repaso por la red es fácil que le lleve a la conclusión de que sí, los tablets compactos tienen un mayor abanico de usos que los grandes, por conveniencia, tamaño y sobre todo, peso. Sin embargo, hay un grupo de irreductibles -entre los que se encuentra quien les escribe- que ha asimilado de tal manera el tamaño del iPad convencional, que cuesta virar hacia formatos más compactos. Se trata, en definitiva, de una decisión muy subjetiva, pero si sirve el consejo, el iPad mini es perfecto para el ocio, la lectura y los juegos, pero si quiere sacar un rendimiento laboral del equipo, mejor opten por las 9,7 pulgadas del iPad de toda la vida.
Entonces… ¿cuál escoger? ¿iPad o iPad mini? Da lo mismo. Siempre gana la casa.
[Via ElConfidencial]